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El futuro de Soria exige el compromiso con el agua de buena calidad

04-06-2018

El futuro de Soria  exige el compromiso con el agua de buena calidad.

Los cauces, acuíferos, ríos y sus aguas son un bien común cuyo buen estado condiciona nuestra salud, y nuestro bienestar social y económico. Su conservación y defensa requiere que todos adoptemos compromisos (individuos, colectivos, instituciones y empresas).

 

En la sociedad urbana la relación con el agua se reduce a pagar el  recibo y a abrir el grifo sin preocuparnos de su origen ni de su destino.

En Soria capital, por ejemplo, se acepta pagar un recibo por un agua que no se consume y que fomenta el despilfarro. Además se ve como normal comprar agua embotellada (con un coste superior a 150€/año por persona) porque la del grifo tiene un sabor desagradable. Por otro lado hay vertidos impunes a los colectores y al río, y la depuradora vierte superando los niveles y con frecuentes vertidos negros.

La situación en los pueblos de la provincia no es mejor. En 2017 el agua del grifo de 13 pueblos ha tenido más de 50mg/litro de nitratos. Por supuesto nada sabemos (porque no nos informan) de cuántos pueblos beben o han bebido agua con concentraciones de  20, 30, 40, o 49 mg/litro.

Contradictoriamente este significativo deterioro del agua se produce en Soria, que es una de las zonas más despobladas y menos industrializada de la Unión Europea.

Esto no es todo; en el debate de la despoblación algunos defienden perversamente que se deben atraer empresas dándoles privilegios  al reducir los ya de por sí laxos controles administrativos de sus vertidos, emisiones y extracción de recursos naturales.

Un caso histórico de falta  control e interés ambiental de las autoridades y otros agentes sociales es la presencia de Lindano en Borobia que fue vertido ilegalmente en el año 1988. Este peligroso y tóxico contaminante ha sido ignorado por todas las administraciones  durante  27 años.

El futuro nos depara decenas de macrogranjas con su miles de toneladas de purines (con nitratos, metales, antibióticos) que de una forma u otra seguirán yendo  a los ríos, a los manantiales y al agua del grifo como está sucediendo ya en muchas localidades.

Tampoco podemos pasar por alto las amenazas de depredación de ciertos alcaldes por el agua de otros pueblos, o de un trasvase del Duero al Tajo-Segura sobre el que los políticos sorianos  no se manifiestan.

¿Se puede hacer algo? Por supuesto, lo primero y más importante es unir los esfuerzos e interés de todos los pueblos afectados y de los sorianos que están mostrando su preocupación.

Nuestra salud, nuestro futuro y el de nuestra tierra dependen de que conservemos el agua en buen estado y de que tenga un precio justo.

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